Rollista

Loren Marian (España)

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Pistas de despegue

  • La alegría y el agradecimiento de ser amados por Dios, nos impulsa a reafirmar el sentido de lo descubierto, convirtiéndonos voluntariamente - y en cierta medida, inevitablemente - en signos vivos de la acción de Cristo en nosotros.
  • El Signo no es una señal que nos muestra un camino hacia una realidad aún desconocida, sino la evidencia de una realidad presente y activa, por ejemplo: el humo es signo del fuego. Un signo emana directamente de una realidad.
  • Somos signos de Cristo cuando, aceptando y acogiendo el Evangelio, el Reino va creciendo en nosotros - como en la parábola del sembrador - y convierte toda nuestra vida en un signo de la existencia y el amor de Dios, y así transparentamos algo indefinible pero innegable, algo de la la paz, la luz y el amor de Cristo.
  • El mejor signo de Cristo, es el que se expresa mediante la vida, mediante la acción, no son meras ideas y palabras, sino realidades.
  • Quien voluntariamente desea seguir a Cristo - acoge la semilla -, se convertirá en signo del Señor, misterio que aúna el amor de Dios y la libertad humana. El gran don de de la libertad, que tantas veces nos lleva al error, si la ponemos al servicio del reino de Dios, despliega nuestro potencial para el bien, el nuestro y el de los que nos rodean.
  • Ser Signos de Cristo requiere: fe, deseo de bien, humildad para serlo, voluntad de serlo - y sobretodo no negarnos a serlo.
  • Este un proceso personal, en el que ponemos libremente nuestra vida en manos de Dios, y nos esforzamos en seguir a Cristo, oramos y meditamos, amamos y perdonamos, aprendemos a Dios en el mundo y en los demás.
  • Sabiendo que somos incapaces de entender la esencia de Dios, humildemente seguimos recorriendo el camino, confiando en ser por Su gracia, signos suyos, pero sin caer nunca en la soberbia de creer que ya lo somos, pues lo ideal sería serlo sin darnos cuenta. Como le gustaba citar a Eduardo: “"El encanto de las rosas es, que siendo tan hermosas, nunca saben que lo son"
  • Y así quienes a nuestro alrededor perciben su "aroma" pueden llegar a contagiarse y desear hacer el camino en compañia.